En Hamburgo se aprende a aprovechar también del mal tiempo: si aquí
no se hace algo porque llueve, el riesgo es de no conseguir nunca
hacerlo. Por eso aunque llueva o haga frío la gente no para las
actividades o las fiestas al aire libre.
Pero, claramente, lo
mejor es cuando haya buen tiempo. Hace falta solo un poco de sol para
que los parques se llenen de gente tomando el sol, descandando, jugando y
sobre todo haciendo barbacoa: una de las actividades por la que más los
alemanes se vuelven locos.