jueves, 30 de abril de 2015

No estoy hecho de azúcar



Ich bin doch nicht aus Zucker. Este es el refrán que los hamburgués dicen a los que usan en paraguas o a quién les aconseja de usarlo.

En Hamburgo llueve y a veces el tiempo puede cambiar muchas veces a lo largo del mismo día. No es raro salir de casa por la mañana con el sol, el cielo azul y calor y a mediodía que empieze a llover y hacer frío.

La lluvia es así de común que los que viven aquí casi ni se dan cuenta y siguen haciendo sus cosas como si fuera un día de sol.

Los pocos paraguas que se ven son de los turistas o de los extranjeros que viven aquí desde hace poco tiempo, pero al final es cuestión de costumbre: dentro de unos meses el hecho de llevar un paragua siempre consigo se percibe como una molestia, se empieza a dejarlo en casa y cuando llueve se sube la capucha de la chaqueta cortavientos…o tampoco eso…

jueves, 23 de abril de 2015

Vamos al mar



Ir a la playa por estas latitudes resulta ser bastante diferente de la manera en que se hace por el Mediterráneo. Se sueñan bañadores, toallas, baños, tomar el sol tumbados en la arena y se acaba con pantalones largos, abrigos, gorros y mucho, mucho viento.

La verdad es que, aunque el Mar Bático y el Mar del Norte en linea de aire dísten entre 60 y 150 kilómetros, lo que se encuentra por un lado o el otro de la Península de Jutlandia es muy diferente.

No sólo los Strandkorben tienen estilo diferente, sino también los mares mismos y las playas tienen pocos rasgos en común.

El mar del Norte sufre mareas más amplias, por eso puede haber playas muy grandes en las horas de bajamar y nada o casi nada de playa en las horas de pleamar. Por este lado hasta que los restaurantes playeros están construidos en posición sobreelevada. En las horas de marea baja hay que andar unos cuantos antes de encontrar el agua, pero, a pesar de estas playas enórmes, es dificil encontrar un rinconcito de arena en lo que tumbarse, por la mayoría es barro o arena húmeda.

Por lo contrario el Mar Báltico, debido a su conformación cerrada, no tiene mareas extremas y las playas tienen pinta más parecida a las del Mediterráneo con arena y orillas.  Aquí sí, es posible tumbarse sobre una toalla para relajarse y tomar el sol…cuando el viento lo permita, si no se tiene que alquilar un Strandkorb.

Por las dos partes también el agua es diferente. La del Báltico tiene muy poca sal, mientras la del Mar del Norte un poco más, aunque bastante menos de la del Mediterráneo.

Lo que tienen en común es la falta del olor del mar típico del Mediterráneo, la costumbre de los alemanes de quitarse la ropa, calzoncillos y braguitas para ponerse el bañador, sin cubrirse, directamente en la playa y la temperatura del agua: fría!

miércoles, 8 de abril de 2015

Semana Santa Hanseática



Aunque en teoría por aquí habría una religión, la Católica Protestante, la gente no es muy religiosa y la Semana Santa es más una ocasión para no ir al trabajo mas bien que una celebración oficial.

Las decoraciones son muchas, la mayoría hechas con huevos y conejos y, en el lugar de torrijas, los postres son bollos o galletas con forma de conejos (o mejor dicho, liebres).

Cómo no hay muchas referencias religiosas por aquí, no se ven procesiones o misas, sino, el Sábado y el Domingo por la tarde, se hacen hogueras por las playas

martes, 7 de abril de 2015

El enemigo público


Nada aterroriza más los ciudadanos de Hamburgo que los mohos. De hecho el clima húmedo de esta ciudad favorece el desarrollo de estos organismos en la comida o en las paredes con una rapidez increíble.

El problema de los mohos es así común que hasta en la plantilla del contrato de alquiler estándar de Hamburgo hay un lema que obliga el inquilino a abrir las ventanas para cambiar el aire en los pisos “también en las estaciones frías del año”.

Todo esto lleva a la costumbre menos ecológica de los alemanes del norte: abrir y dejar abiertas por largos tiempos las ventanas a pesar que la calefacción esté encendida.